lunes, 19 de enero de 2015

Daniel Barenboim, genio y figura

Daniel Barenboim pasó el sábado por el Auditorio Nacional de Madrid acompañado por la West-Eastern Divan. Protagonizaron el concierto "Música por la paz". Aunque el maestro argentino-israelí insiste en que la música no puede acabar con los conflictos del mundo, sirve como excusa para intentar comprender o, al menos, aceptar al otro. Así lo demuestran desde hace 15 años los jóvenes intérpretes de esta formación, en la que conviven durante varios días cristianos, judíos y musulmanes.

En la velada del sábado, realizada con la colaboración de la Obra Social "la Caixa", ver a este centenar de músicos -después de los dramáticos sucesos de París- nos invitaba a pensar que hay esperanza, cuando todos comparten la lucha por lograr un fin común, alcanzar la excelencia musical. En esta cita, fue la música intimista de Debussy ("Prélude à l'après-midi d'un faune"), la más expresiva, y con aires españoles, de Ravel ("Rapsodie espagnole", "Alborada del gracioso", "Pavane pour une infante défunte"), y una de las últimas partituras de Boulez ("Dérive II") la que sonó. Un programa extenso y difícil, en especial la última obra, que el compositor francés dedicó al estadounidense Elliott Carter, de más de 50 minutos de duración.

El público, que llenó la sala en un concierto que se prolongó hasta la una de la madrugada del domingo, mostró su admiración y devoción por el director de orquesta y no se movió de su asiento (la música contemporánea es para muchos una incitación a la fuga), e incluso se resistió a la hora de abandonar el Auditorio tras escuchar, como broche final, el "Boléro" de Ravel, premiado con ovaciones y un gran aplauso para todos los solistas.

Pero ese mismo público, o parte de él (en especial el situado en los asientos del coro), también recibió la regañina del maestro, cuyo genio (talento y temperamento) es bien conocido. Como ya sucedió hace unas semanas en la Scala de Milán, durante un recital de piano, Barenboim, tras el descanso, pidió que no se hicieran fotos durante el concierto "por tres razones: que está prohibido, que el flash hace daño a los ojos y, por último, porque si hacen fotos no pueden aplaudir", terció dándole un toque de ironía a su pequeña bronca. Después todo transcurrió con normalidad, aunque alguno que otro infringió la norma, pero ya sin flash.

El director de orquesta y el Divan, tras actuar ayer en Sevilla, volverá a repetir el programa de Madrid esta noche en la recién inaugurada Philharmonie de Paris. Imaginamos que la presencia del Divan en esta ciudad, herida por la intolerancia, tendrá hoy un significado aún más especial.

@Monika Rittershaus

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